sábado, 16 de mayo de 2015

Capítulo 3. Ingrato devenir

El incipiente acontecimiento del matrimonio de padre con la joven Isabel, la poca felicidad que quedaba en nuestras vidas se esfumo al igual que el último suspiro exhalado de madre. Nunca pensé que los hechos narrados hubiesen tenido cabida en mi familia pues el devenir no me deparaba gratos recuerdos. Si fue memorable el día en que mi amada y hermosa hermana Juana contrajo matrimonio con un hidalgo, de todos era sabido que estuvo durante arduos meses cortejándola, era de esperar que aceptara su proposición ya no había lugar para ella en casa de padre. Este sería uno de los pocos recuerdos felices de estos años.

Un buen día mientras me hallaba estudiando los libros que me prestaban algunos dominicos, sentí el crujido de la puerta al momento me alegre pues sabía que el único capaz de perturbar mi estudio era padre, pensaba que me traería nuevas de mis hermanos o en el mejor de los casos de mi querida Juana a la que no veía desde su enlace, pero no fue así, lo que me encontré ante mi fue la imagen de un hombre devastado con una mirada opaca y triste no comprendía el motivo tal preocupación, pero debía de ser algo horrible, sin embargo no articulo palabra y debía respetarlo.

Pasaron los días y la normalidad que reinaba en la casa fue desvaneciéndose poco a poco, yo que normal mente me encontraba absorta en la lectura y en el estudio de mis venerados libros no le di importancia pues la situación en Castilla estaba revuelta y no podía inmiscuirme en los asuntos de padre.

Tras varias semanas llegó el día en el que me notificaron que habían acordado mi matrimonio con un noble, lo cual dejaría en buen lugar a la familia y nos ayudaría a salir del tremendo bache en el que nos hallábamos, pues era de esperar que las deudas nos empezaran asfixiar. Ante mi estaban presentes padre e Isabel, tenía la certeza de que esta solución había sido invención de la nueva mujer de padre pues el no haría tal cosa, y menos mancillando una de las voluntades de madre.

El matrimonio no era una idea concebida para mí, menos si tenía que ser un matrimonio concertado, mis padres que me habían permitido tener un amplio estudio y conocimiento de las  diversas materias sobre todo relacionadas con las letras, sabían que mi propósito no era tener una vida como la que estaba llevando mi hermana, no podría ejercer la vida de una mujer normal, no estaba preparada para ello. Lo tenía decidido tendría que conversar con padre pero sin la presencia de Isabel, sabía que este encuentro iba a ser complicado pues era difícil vislumbrar a padre solo.

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