jueves, 21 de mayo de 2015

Capitulo 5. Decisiones precipitadas

Habían pasado unos días desde que me dieron la dichosa noticia acerca de mi futuro compromiso, no podía creerme que padre se olvidase por completo de las ultimas voluntades de madre, pero una cosa era segura toda esta trama había sido invención de la "gran" esposa de padre, que esta intentado deshacerse de mi como ya lo había hecho anterior mente con Juanita. Mi Juanita por lo menos se pudo casar con quien ella amaba, no puedo o pensar en aquellos días sin mostrar una sonrisa en mi cara pues recordar como Sancho la cortejaba y lo que le costo que aceptase un paseo con el....

En ese mismo momento junto al calor de la hoguera, paso por mi mente una idea excepcional denegaría este matrimonio al que me habían impuesto pero me ira de casa pues estaba claro, que aquí ya no quedaba nada para mi desde el momento en cual  Isabel entró en nuestro amado hogar.Pero tenia que ir algún sitio en el cual pudiese seguir con mis estudios de las letras y el latin. Con la caída del día comenzaron los gritos y con estos la visitAbríe padre e Isabel a mi hermano, lo cual venia siendo frecuente desde hacia un tiempo. Pero esta vez no eran los mismo gritos sino gemidos suaves y susurrados como si alguien intentara que nadie se entrara de lo que se estaba dando lugar en esa habitación de la casa. La curiosidad fue mas fuerte que yo pues no creí que padre puediese...no, el no le haría eso a madre....

Abrí la puerta intentado que el chirrido que producía esta por la fricción y el paso del tiempo fuese suabe, mis pasos eran cortos y decididos no veía por la oscuridad y no había podido llevar una candela pues de esta manera me descubrirían, me deje llevar por el sursurro...no podía entender me encontraba enfrente de los aposentos de mi hermano pero la puerta entreabierta dejaba ver parte de el vestido de una mujer, Era el vestido de Isabel!. Salí corriendo tan rápido como silenciosa tenia que salirde este viejo caserón y la anualidad del matrimonio era la coartada perfecta, por defecto me ira al único sitio en el cual se podía estar en paz el convento de las clarisas.

La bandera comunera


Aunque hoy en día asociemos a los comuneros con el color morado, e incluso con la estrella roja, no siempre fue así. El color original de Castilla y de sus pendones es el rojo, así su bandera originaria es un castillo dorado con un fondo rojo carmesí. Es en los siglos posteriores cuando se empieza a usar el color de fondo morado, seguramente por una confusión. La influencia de esta nueva bandera es tal que incluso es una de las causas de la bandera republicana tricolor, ya que asociaban el morado con la revolución y libertad que defendían los comuneros. La estrella roja se adhiere después por los izquierdistas para remarcar un sentido de bandera libertaria, en relación con la estrella roja comunista.

Bandera comunera estrellada

miércoles, 20 de mayo de 2015

Capítulo 4. Veni Vidi… Mori

Ruido… ruido en la oscuridad, era todo lo que podía ver... ruido. Estaba desconcertado no sabía dónde se encontraba ni de donde procedía ese ruido, tardo unos segundos en volver a situarse. ¡Flash! un pequeño destello apareció y rápidamente  abrió la tienda, el campamento se empezaba a iluminar con el fuego que prendía las tiendas y de su interior salían personas medio calcinadas. Todo lo demás era oscuridad, la luna había preferido no salir esa noche, sabía lo que estaba por venir. Ahora distinguía el ruido de los cascos de caballos, y con la débil luz del fuego distinguió en suelo los cuerpos inertes y mutilados de sus compañeros. El rojo y el negro eran los únicos colores que teñían esa noche las tierras, esos dos colores se le grabaron a fuego en la retina, empezó a ver todo borroso, sentía como su alma se desvanecía del cuerpo, mientras un caballo se acercaba hasta él… rojo y negro… se despertó, sudado, temblando, esos dos colores seguían grabados en su retina, la oscuridad de la noche y el fuego de la fría vela que iluminaba débilmente su habitación, pintándola de rojo.

Había pasado largo tiempo desde que fue a aquella guerra, pero los recuerdos le seguían atormentando en forma de pesadillas. Esto le había producido enfermedad, y debía pasar el día en cama. Monjes y matasanos habían acudido para ayudarle e incluso recurrió a la brujería, pero nada de ello le ayudaba. Sabía que seguramente había gritado en sueños, y no tardo en aparecer su padre y su madrastra. Su padre, más que un padre era un general, y más que un general era un demonio. Curtido en mil batallas se había mantenido siempre firme y digno, porque era descendiente de los mejores soldados que la tierra jamás ha visto y su fuerza era una herencia que Dios les había otorgado para ser sus defensores ¡Por Dios y por Castilla! Pero al ver a su hijo, de su misma sangre, que en la primera batalla abandono a sus compañeros sin ni siquiera luchar y que ahora era un débil que solo podía estar en la cama le hervía la sangre. Solo improperios y saliva era lo único que se dignaba a dirigirle a su hijo, si es que lo podía llamar así. Un descendiente del Cid que había deshonrado a su linaje, para él solo merecía una cosa.

Se quedaron solos el muchacho y la madrastra, mirándose, sin hablar. Ella no era como el padre, se apiadaba de él, le daba pena y cada noche le intentaba consolar. Así, se acerco lenta a su cama, se sentó y el chico apoyo las piernas entre sus rodillas mientras ella le acariciaba la cara, sin decir una palabra. El tiempo era insignificante, se tiraban cada noche ahí, minutos, horas. Ella se acerco a besarle en la frente, quería mostrarle que no estaba solo, que ella le protegía. Sus manos  ya no le acariciaban la cara, ahora una le agarraba con fuerza de la mano mientras la otra se deslizaba suavemente por su pecho, era firme, liso. El siguiente beso fue a la mejilla y poco a poco bajo al cuello. Cada vez las caricias eran más salvajes, pero con dulzura le volvió a acariciar la cara mientras sus labios se encontraban. Él la agarro con fuerza de la cintura y la tumbo sobre la cama mientras sus labios seguían unidos, Su cuerpo desnudo era precioso terso y blanco, digno de una bella muchacha. Y allí, en la oscuridad, bajo la débil luz de la vela se dieron calor, y ella sangro… rojo y negro.

Él buscaba amor, carillo y consuelo, pero no de ella, una mujer despechada. Solo buscaba el camino fácil, dejarse llevar, pero mientras yacía con ella no sentía nada, hacía años que no sentía. Él solo esperaba a la única mujer que siempre le había amado, la que siempre le había estado esperando, pero una vez hace tiempo huyo de ella por miedo. Creía que no estaba aun preparado para comprometerse, pero ahora se daba cuenta de su error, que sin ella estaba destinado a una vida mísera. Y sabía que ella dentro de poco volvería, que si lo deseaba con fuerza se podría acostar en su regazo y que su único amor, al que tanto tiempo había estado esperando desde aquella noche  en que huyo, volvería a por él. Ese momento estaba cerca, volvería a sentir su fría caricia, y por fin su frío beso, porque aquella mujer era la muerte, y estaba dispuesta a recuperar al hombre que dejo una fría noche en aquel campamento. Por fin todo dejaría de ser negro y rojo, y volvería a como empezó, solo negro.

martes, 19 de mayo de 2015

María Pacheco en el teatro


En 1788, Ignacio García Malo (1760-1812) escribe una obra de teatro basándose en la historia de MARÍA PACHECO: La mujer de Padilla, Doña María Pacheco. García Malo, sacerdote, escritor y traductor, fue una importante personalidad dentro del movimiento ilustrado español. Esta tragedia española (como él mismo subtitula) era de tema espinoso (una rebelión contra el rey) en el momento, justo está iniciándose la Revolución Francesa.

En la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes podéis leer la obra entera:

http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor-din/dona-maria-pacheco-mujer-de-padilla--0/html/fede554e-82b1-11df-acc7-002185ce6064_2.html#I_0_

A esta primera adaptación de su historia a la ficción, han seguido otras muchas, entre ellas novelas y películas.

María Pacheco

María Pacheco y Mendoza (1496-1531) fue la esposa del comunero Juan de Padilla.
Se crió junto a sus hermanos y hermanas en un ambiente cultural excepcional: una educación basada en la recién llegada mentalidad renacentista y el ambiente de la Alhambra, de la cual su padre era "alcalde perpetuo", nombrado así por los Reyes Católicos.

Fue ella quien apoyó a su marido a tomar parte en el levantamiento comunero en 1520 en Toledo, donde Padilla era Capitán de gerente de armas. Tras la decapitación de su esposo en Villalar, María Pacheco toma el gobierno de Toledo y asume el mando de la revolución comunera.

Tras una resistencia llevada casi hasta la locura, acabará fracasando y ella será ajusticiada.

sábado, 16 de mayo de 2015

Capítulo 3. Ingrato devenir

El incipiente acontecimiento del matrimonio de padre con la joven Isabel, la poca felicidad que quedaba en nuestras vidas se esfumo al igual que el último suspiro exhalado de madre. Nunca pensé que los hechos narrados hubiesen tenido cabida en mi familia pues el devenir no me deparaba gratos recuerdos. Si fue memorable el día en que mi amada y hermosa hermana Juana contrajo matrimonio con un hidalgo, de todos era sabido que estuvo durante arduos meses cortejándola, era de esperar que aceptara su proposición ya no había lugar para ella en casa de padre. Este sería uno de los pocos recuerdos felices de estos años.

Un buen día mientras me hallaba estudiando los libros que me prestaban algunos dominicos, sentí el crujido de la puerta al momento me alegre pues sabía que el único capaz de perturbar mi estudio era padre, pensaba que me traería nuevas de mis hermanos o en el mejor de los casos de mi querida Juana a la que no veía desde su enlace, pero no fue así, lo que me encontré ante mi fue la imagen de un hombre devastado con una mirada opaca y triste no comprendía el motivo tal preocupación, pero debía de ser algo horrible, sin embargo no articulo palabra y debía respetarlo.

Pasaron los días y la normalidad que reinaba en la casa fue desvaneciéndose poco a poco, yo que normal mente me encontraba absorta en la lectura y en el estudio de mis venerados libros no le di importancia pues la situación en Castilla estaba revuelta y no podía inmiscuirme en los asuntos de padre.

Tras varias semanas llegó el día en el que me notificaron que habían acordado mi matrimonio con un noble, lo cual dejaría en buen lugar a la familia y nos ayudaría a salir del tremendo bache en el que nos hallábamos, pues era de esperar que las deudas nos empezaran asfixiar. Ante mi estaban presentes padre e Isabel, tenía la certeza de que esta solución había sido invención de la nueva mujer de padre pues el no haría tal cosa, y menos mancillando una de las voluntades de madre.

El matrimonio no era una idea concebida para mí, menos si tenía que ser un matrimonio concertado, mis padres que me habían permitido tener un amplio estudio y conocimiento de las  diversas materias sobre todo relacionadas con las letras, sabían que mi propósito no era tener una vida como la que estaba llevando mi hermana, no podría ejercer la vida de una mujer normal, no estaba preparada para ello. Lo tenía decidido tendría que conversar con padre pero sin la presencia de Isabel, sabía que este encuentro iba a ser complicado pues era difícil vislumbrar a padre solo.

Monumento a Juan de Padilla



Tras haber estado buscando información sobre los personajes más carismáticos de las revueltas de Castilla, hace poco me encontré con una noticia del periódico ABC la cual, trataba acerca de esta gran escultura de bronce del autor toledano Julio Martín de Vidales que se inauguró el 15 de Marzo de este mismo año en Toledo. Dicha obra se encuentra situada en la plaza que ocupa el solar donde un día estuvo edificada su casa. Nuestro hidalgo aparece representado con ricos ropajes en señal de su rango noble, para mostrar la libertad que Padilla quiso en el movimiento comunero para Castilla en la mano izquierda lleva unos grilletes abiertos en señal de libertad y cerrados que simbolizarían la muerte. Finalmente en su maño derecha aparece el manifiesto de una libertad negociada y duradera.